En las últimas semanas, asistimos una vez más al debate sobre la fiabilidad y seguridad en los ómnibus de doble piso utilizados para viajes de larga distancia. Por ello, desde la CELADI consideramos importante compartir algunos conceptos a fin de derribar mitos y falsas creencias que se propagaron en los últimos tiempos, intranquilizando a la opinión pública en general y a nuestros pasajeros en particular.
En relación a los vehículos de doble piso aclarar que los mismos, contrario a la creencia popular, se utilizan en muchos países de todo el mundo para viajes de media y larga distancia. En nuestra región, además de en Argentina, circulan en Chile, Bolivia, Perú, Brasil, Paraguay, Colombia y Ecuador. También en México y Canada,  incluyendo viajes entre algunas de las principales ciudades de los Estados Unidos. En Europa, son comunes en Alemania, Bélgica, Holanda, etc. Realidad que se repite en muchas naciones de Asia. Son vehículos que como en la Argentina, fueron diseñados para realizar viajes de larga distancia y, vale la aclaración, nada tienen que ver con los buses urbanos de doble piso que circulan en algunas ciudades europeas (ejemplo Londres) y que han llevado a esa falsa creencia de que son vehículos urbanos mal utilizados.
Con respecto a la incidencia de los vehículos de doble piso en accidente de tránsito en la Argentina, las estadísticas ubican a los buses que conforman el servicio público de larga distancia por debajo del 1%, Un porcentaje que, a partir de la constante incorporación de nuevas tecnologías, sumado a la capacitación de conductores, mejora año a año. Vale destacar que desde el año 2008 los ómnibus de larga distancia que conforman el servicio público se transformaron en el primer medio de transporte en la Argentina en incorporar limitadores electrónicos de velocidad; sus chasis y motores son provistos por las más importantes compañías automotrices del mundo y el diseño de sus carrocerías es aprobado por los máximos organismos públicos de seguridad en la materia. Además, en los últimos tiempos, las nuevas unidades incorporaron, por ejemplo, frenos ABS, sistemas de control de estabilidad y neumáticos superanchos bidireccionales para una mayor estabilidad y asistencia en el manejo.

Lamentablemente, cuando un colectivo participa en un siniestro vial, todo lo que podamos decir sobre el trabajo y esfuerzo realizado resulta naturalmente insuficiente y genera incertidumbre en la ciudadanía.  Frente a ello, el único camino posible es continuar trabajando en pos de construir rutas y calles más seguras. Un desafío que involucra a todos los actores, a los ómnibus, pero también a los autos y los camiones; a los Estados naciones y provinciales quienes deben garantizar una infraestructura vial en condiciones y por último pero igual de importante, al pasajero, quien solo tiene una obligación en materia de seguridad: utilizar el cinturón. Una norma que lamentablemente quien viaja en ómnibus muchas veces descuida.

Por ello, en momentos en que se escuchan voces que ponen en duda la seguridad en este tipo de vehículos debiéramos preguntarnos ¿Si son los automóviles quienes participan en la inmensa mayoría de los accidentes en nuestro país debiéramos salir a pedir que los prohiban? ¿A declarar que son inseguros?.

Quienes conformamos esta actividad creemos que hoy más que nunca debemos ser muy prudentes y responsables en los mensajes que trasmitimos a la ciudadanía. Porque si generamos temor diciendo que es inseguro viajar en el servicio público de larga distancia ( modalidad de transporte cuyas unidades y conductores asisten a permanentes controles) es probable que muchas familias, por ese temor decidan salir aún sin experiencia con su auto a la ruta, desconociendo que son los vehículos particulares quienes participan en más del 60% de los accidentes viales.

La problemática vial en la Argentina es una realidad pero no es buscando un único responsable sino asumiendo cada una de las partes la responsabilidad que le compete como comenzaremos a construir un país más seguro para todos.